Diego L. García / Ignacio Prat: en otra dirección a Babilonia





-I-


Ignacio Prat dejó una huella en las universidades de Zaragoza, Salamanca y Barcelona (donde se doctoró en 1971). En 1980 lloró la muerte de su ídolo, John Lennon. Fue calificado como un crítico “excepcional” e incluido en el “ala extrema de los novísimos”. Escribió sobre Guillén y Juan Ramón Jiménez. Murió a los 37 años. Muchos lo consideran el mejor poeta experimental que dio España. 

José Luis Jover, cuidador de la edición póstuma de su obra, escribe en una Glosa introductoria a la edición de Para Ti (Pre-Textos, 1983): “ignoramos la suerte que Ignacio Prat deseaba para su poesía, aunque algo nos hace pensar que desconocía en esto la vanidad y el deseo de boba perdurabilidad: solía deshacerse de sus textos sin conservar copia, o simplemente guardaba de ellos borradores ilegibles perdidos en un general desorden de papeles”.

De los dos párrafos anteriores pueden extraerse algunas piezas que encajarían muy bien para una trama lógico-interpretativa de los textos de nuestro autor. Tal vez: doctoró, Lennon, Guillén, J. R. Jiménez, 37 años, perdurabilidad, ilegibles, papeles articulen una sólida y meritoria monografía. O tal vez: Barcelona, extrema, Glosa. O tal vez: John, a la, que dio. Porque toda marca es posible para llegar a donde no se sabe. Y para seguir este no-camino hay que poder leer sin conocer; sin hacer de las expectativas propias el éxito de una realidad textual. Invitamos entonces a que cada uno se pierda en su propia experiencia-Prat.


-II-


Sin dudas, Ignacio Prat ha descubierto nuevos pasadizos en la lengua que teje nuestra identidad post latina. Como si el imperio de un saber posible sobre el decir hubiera sucumbido y, de los escombros, alguien balbuceara una oración radiante. Hoy, instruidos en la adoración orgánica y fetichista, nos preguntamos por el sentido de muchos de los textos de Prat. Las inscrituras de Prat. Esa “voz babélica” como la define el crítico Túa Blesa, que puede leerse como un palimpsesto producido desde múltiples apropiaciones. Y ese sentido que no aparece nos libera y nos relee como sujetos de ninguna parte. Habitamos un poema de Prat como el siguiente y somos allí nuestros propios dioses, demonios y profetas:






“BUQU_E_I”, ¿buque?, “Fantástika”, “pan- tasma”, lo que se hace visible, lo que brilla y el dibujo que se bifurca como una H o una K. El signo se oculta - para que aparezca otra cosa: una lectura que se deconstruye, en términos de Jacques Derrida, en “más de una lengua”[1]. La lengua fantasma, siempre en el cauce inestable de lo por venir, y la lengua gráfica, inscrita, trazada en la herencia de la piedra. Hay caminos cerrados y caminos abiertos que se multiplican hacia formas no gramaticales, hacia la parte blanca de lo que podríase significar. No obstante, este acto se ejecuta sin vacilaciones, porque la comunidad en la que el texto se realiza ya se ha liberado de sus leyes[2]. A. I. Prat, anagrama de Para Ti,  es otro de sus propios fantasmas.

En el siguiente, el carro de Admeto, tirado por un jabalí y un león en el mito, es una Coupe. Y el arquetipo lunar de las Cintias reemplaza a la pretendida Alcestis para que este soleado anglo-hispano de Sunny Pérez explore las ansias femeninas. Pérez el común, el “nadie” pero tal vez el Outis como responde Odiseo al Cíclope; sujetos de ninguna parte, capaces de decir lo que quieren.
SUNNY PÉREZ*

¡Allá la media luna azul sobre la Coupe!
Renos movidos, Pícara
Luce ¡stiftérico!
¡Que estas Cintias ansíen es tan poco, Admeto!

__
*¡Qué rictus el del gran clavígero Carlo!

El rictus en los labios de Sunny traduce/interpreta el stiftérico como stiff, rígido, tieso, así luce este Admeto o el gran clavígero, posiblemente un claviger testaceus, un insecto que cohabita con las hormigas. La ironía, los juegos etimológicos y la extrema libertad para construir proposiciones hacen a una perspectiva sobre lo poético vinculada a la experimentación, al ensayo y al cuestionamiento de un público entendido como cliente de la industria cultural. No hay nada servido para el consumo inmediato, nada pre digerido.  

Otro asunto es la idea del destierro, que acompañó a Prat en su estudio sobre el exilio de Juan Ramón en Francia (El muchacho despatriado). También Jorge Guillén, otro de sus objetos de estudio, vivió el exilio. En algún sentido, el muchacho despatriado es el/la poeta que se reconoce afuera del discurso hegemónico de su tiempo y espacio. Cuando se es un extranjero entre extranjeros vale olvidar el diccionario sin temor alguno.

En la dispersión babilónica, también el ritmo es un rasgo semántico. Así en “PARHELIO” son la aliteración y la métrica las que enlazan un trayecto textual. Como vimos en otros poemas, el signo elidido puede ser un lugar habitable por el lector, o mejor dicho: por la lectura de Alguien. Nuevamente el texto se yuxtapone con la placa que lo soporta (¿su propio mito, su propia edad dorada?) y deja emerger ciertas grietas que pierden la amabilidad con el lector. Un encabalgamiento que desbarranca, un viento-dios que ha soplado las cartas del juego: 


PARHELIO

Puede e
incansa Esas canciones
largo incalmado principio
De el día antimusical
No se Cuando sin su nombre
repite idénticas espesas
transacciones de pelo
de la V sinfestonada
Releo el fenomenal es
cándalo de madera de sándalo.



“Esas canciones” de “el día antimusical” encandilan la incompletud de una lectura. Vuela y suena, “cándalo” es - pierde entre notas un silencio que ya no asciende en órgano. Está hecho música Debussy (ver siguiente poema), con su Fauno y su siesta, pero en el declive de una gratuidad extrema (valga el oxímoron, pues no toda gratuidad es gratuita de verdad). En “HELP AUXILIO” este rizoma da una nueva vuelta a la musicalidad como residuo de una traducción:


HELP AUXILIO

Ocsasaden!
Quiero cenar helado Delado
Fauno
sería posible un apremidí
Debussynessman.
Las cortes ¡imponentes!
& los disolutos
& un niño lobo
& mi propio caso
que los flujos de la vida
en conexión con la luz Dos lenguas.
Con harta frecuencia se me indica
póngase en este lado Alce la barbilla.
Saque la l… ingam. Hoy te vamos
a asar así como lo oyes.
(…)

“Debussynessman”, el negocio de Dos lenguas: la del rey de Ítaca y la del cautivo que huye de su propio nombre. La de Nimrod y la del Cíclope dolido. Otros fantasmas que son El Mismo ordenan la serie: Fauno despatriado a una lengua de sueños, a una sexualidad culpable y asimilada (su fantasma griego, el sátiro, no era El Mismo). Fauno-Mallarmé que en lengua inglesa renovaba sus recursos, un auxilio para poder decir en medio de lo fatigado. ¿Hace Prat una lectura crítica de “L’après-midi d’un faune” donde advierte una composición influida por los préstamos entre lenguas? Es uno de los no-caminos posibles, otra de las islas transitorias en la experiencia de Alguien.


-III-


Bibilonia. ¿Llegábamos o nos íbamos? En el Génesis, la torre elevada y abandonada en la llanura de Sinar explica la confusión de lenguas. ¿Cómo hubiera sido la literatura de aquel pueblo sin la dispersión de su dios? Una torre única, una lengua única, un libro único y suficiente, un decir contenedor del todo, una existencia sin necesidades ni deseos (un único deseo –la fama-). Entonces, nuestro hacia corresponde más bien al vacío de los ladrillos desolados; a un abandono primordial del Lugar, de la comodidad y del entendimiento dogmático. No puede, así, pensarse ello como un punto de llegada. No hemos llegado a ninguna parte, y al mismo tiempo podemos sentirnos satisfechos. Confundidos en nuestra humanidad, en nuestro pequeño poder de gestar lenguas y lenguajes. De inscribir signos en la carne, de recuperar ciudades secretas. Libres de certezas y mandamientos.
Si Prat va en otra dirección, ¿de cuántas Babilonias estamos hablando? Como en el poema de Kavafis, a las Ítacas debe llegarse sin prisa, sin temores a los monstruos, sin mezquinar placeres del espíritu. El ojo único de los babilonios termina siempre cegado y es el héroe de las artimañas quien puede leer debajo de todas las superficies. Incluida, la de lo legitimadamente poético.

   




[1] Derrida, Jacques (1989). Memorias para Paul de Man, Barcelona, Gedisa.

[2] La lengua deja de ser un lugar común y tras estas expansiones del signo –graficadas en la H raizada- no hay ecuación posible que componga-descomponga el juego. Así, es la misma ruptura del segmento lo que descarta las consideraciones de ilegibilidad o sinsentido.




Fotografía de Andreas Gurky

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