Luz María Bedoya / Caracol ciclónico portando huracanes sobre su espiral abanica el vuelo infinitesimal de una mariposa
La
isla de Honshü es la isla más grande del archipiélago del Japón y se encuentra
a 16,344 kilómetros de distancia de Arequipa. Para llegar a ella en un globo
aerostático que volase a 50 kilómetros por hora tardaríamos 13 días, 12 horas y
53 minutos. Si nos trasladásemos en un avión Cessna 172 a una velocidad de 200
kilómetros por hora llegaríamos en 81 horas con 43 minutos. En un Airbus 320 a
800 kilómetros por hora serían 20 horas con 25 minutos de trayecto y en una
astronave que viajase a la velocidad de la luz llegaríamos desde donde estamos
ahora hasta la Isla de Honshü en 0.055 segundos.
Las
líneas que describen las trayectorias de Miguel son todas estas y muchas otras
más. No son necesariamente rectas, muy al contrario, se dibujan múltiples tal
como los vientos ciclónicos, los producidos por ventiladores de tres
velocidades, los creados por abanicos de seda, o los provocados por huracanes.
Las rutas de Cordero son siempre impredecibles e inacabables. Esa esfera hecha
por él, o por el otro, de tanto caminar en círculos, acaso sea un Aleph, punto
fulgurante de todos los actos y de todos los tiempos, destellando tornasolado
en el corazón mismo de la Pampa de Camarones. Protegido por su concha dorsal
espiralada el caracol presenta una torsión propia que permite a su masa
visceral enrollarse sobre sí misma 180°, tal vez por ello sea capaz de dar un
giro terráqueo o elíptico en 14 pasos. Como un gasterópodo anfibio, respira a
pesar de todo; posee branquias como los caracoles marinos y también un pulmón
verdadero como los caracoles terrestres y los de aguas dulces. Su corazón lleva
un ventrículo y una o dos aurículas. Sus sentidos están casi siempre en los
tentáculos. Es sabido también que, como buen gasterópodo, tiene una
alimentación muy variada, posee una boca con rádula, órgano raspante con
dientes quitinosos que emplea para raspar los vegetales y hasta las rocas.
No
por deslizarse con tan solo su piel rica en mucus debemos pensar que el caracol
avanza lentamente uno o dos centímetros por segundo. Avanza a todas las
velocidades, recorre todas las distancias, en todas las direcciones. Como
Alicia, que crece y se achica al mismo tiempo, el caracol rompe la barrera del
sonido desde su quietud únicamente porque es capaz de errar fuera del orden de
las cosas. Quien quiera raspar una piedra con la lengua ha de trabajar fuera
del orden de las cosas, ha de ser un insensato.
Para
ello Cordero busca un terreno sin contornos, ese espacio que está primero,
ilimitado y libre antes de cualquier cerco, y con él abandona una teoría de la
medida para pasar a una teoría de las distribuciones. Los caminos del Diario el
Pueblo son imprevisibles. Una bifurcación perpetuamente relanzada puede abrirse
ahora, en el paso hacia minúsculos acontecimientos y encuentros en esos
desplazamientos impensados pero sostenidos que, como el manto de nieve del
Misti, se extienden por sus costados. Se trata de una clase de revuelta obrada
por Cordero cuyo efecto es la multiplicación de los pasajes y los destinos en
una ciudad. Una revuelta que establece una relación extemporánea con el suceder
regular de las cosas, es decir, una revuelta que suspende la concepción
programática del tiempo y que entonces hace de la ciudad un lugar que puede
pertenecernos a todos. Como dice Furio Jesi: A la hora de la revuelta, dejamos de estar solos en la ciudad.
Entre
el 9 y el 23 de abril de 2018 Miguel opera con la gracia de un infiltrado. Se
acerca cada día a la oficina de avisos supereconómicos con un texto escrito en
un papelito, luego lo copia en un formato donde puede escribir un máximo de 25
palabras, finalmente forma la cola para realizar el pago respectivo. Y recibe
cada accidente como potencia desarticuladora y feliz, así aparece el neologismo
“anticlónicos” el 11 de abril de 2018, que, ojalá, nunca sea fosilizado por la
RAE y perviva tan solo en el léxico de quienes aman sus otredades, como Miguel.
Así también aparece el multilingüismo. Habiendo prometido a quien lo autorizó a
publicar sus textos en el diario, no escribir algo que comprometiera las buenas
costumbres, decide traducir uno al francés y hace de él una suerte de mensaje
cifrado elusivo de la censura. La oficina de avisos supereconómicos de El
Pueblo es convertida temporalmente entonces en un laboratorio poético. Luego de
repetir el procedimiento, cada palabra de VERSIÓN JAPONESA DE UNA CARICIA
DENTRO DE UN VENTILADOR PÚBLICO puede emprender tantas derivas, físicas y
espectrales, como los viajes de un puñado de polvo que sopláramos sobre la
mano. Desde la madrugada del 10 de abril del año 2018 en que la tinta sobre el
papel periódico se había secado lo suficiente para doblar las páginas, el poema
empezó a rodar:
Calle
Sucre 213, Cercado. El maquinista que supervisa la impresión de las 50,000
copias del Diario El Pueblo fue el primero en ver impreso el título del poema.
En adelante los caminos se multiplican, se cruzan y superponen cada día
consecutivo, el ejemplar del martes 10 se entrevera con el ejemplar del
miércoles 11, pasa de la falda de la señora que teje, a envolver la fruta en el
mercado, llega a las manos de quien va a pelar las manzanas y se detiene a
mirar atentamente los dos puntos sobre la letra “ü” en la palabra Honshü. La
Isla de Honshü ya no está a 0.055 segundos de distancia sino también en el
tiempo incontable de las almohadas de los nietos. Las palabras se despliegan en
las espirales logarítmicas de la cubierta del caracol, de los ciclones y
anticlones, de los huracanes y la Vía Láctea. Se cierra y abre el abanico
lanza-vientos cada vez que alguien abre y cierra las páginas de El Pueblo en
Arequipa. Calle Melgar 109, alguien recibe el diario en El Cultural y lee la
frase “El vuelo es azul”. El 12 de abril el dentista entrega un ejemplar a la
madre en la sala de espera de su consultorio odontológico en la calle Chullo
242, “¿Madame o geisha?” lee y se pregunta la madre. En el número 10 de la
calle Los Pinos, hay un edifico azul con amarillo de tres pisos, él sube la
escalera llevando su mochila colgada en la espalda y el diario, el aviso, los
versos, en la otra mano: “Tu me plais de profil”. De frente, de perfil, de
espaldas se ven las edificaciones de la ciudad desde su ventana. En el primer
piso del mismo edificio otro hombre espera la entrega de su Ibuprofeno 600 en
la farmacia Galénica mientras lee en el diario abierto sobre el mostrador la
siguiente frase: “Arquitectura del exceso, eres la rosa de las orquídeas”. He
aquí una paradoja. Ejemplares del diario y sus avisos económicos vuelan cerca
del río Chili en la zona de Vallecito, uno se queda atascado en el puente de
fierro. Mañana será humedecido por la lluvia y el poema se disolverá.
Transmutación del arte. En la Pampa de Camarones la picantería Senquita es una
casa mostaza de tres pisos frente a un inmenso campo de lechugas crespas. Tiene
una banca de cemento color ocre afuera, sobre la vereda, al pie de la Avenida
Unión. Allí Doña Bernarda se sienta con su sombrero a recibir el sol. Doña
Bernarda tiene el cabello guinda y un bastón. Con el viento dándole fuerte
sobre la cara repite en voz alta “Transpiro el gozo de tu número impar”
mientras espera que Miguel llegue a abrazarla y a comer zarza de senca con
criadillas. Y así.
Texto
escrito para la presentación del libro “Versión japonesa de una caricia dentro
de un ventilador público” de Miguel Cordero editado por AbrA bajo la dirección
de Maurizio Medo, en la ciudad de Arequipa el 19 de Julio de 2019.
El
título de este texto está formado por 14 palabras haciendo eco de los 14 días
que duró la acción poética de Miguel Cordero en el Diario arequipeño El Pueblo.
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