Braulio Paz / PUNK IS DEAD, LONG LIVE PUNK: Sobre Cuando fuimos Punk de Agustín Guambo




1. Nunca me atrajo la escritura de Bolaño.

2. Tampoco me agradó jamás la música de Oasis.

3. Me gusta este libro de Agustín Guambo.

4. Más allá de la pregunta, más bien superflua, que algún despistado podría lanzarme, e inquirir porque me gusta un libro que abre con dos referentes que me desagradan - a esos les lanzo otra pregunta igual de superflua ¿no hay algo muy punk en un libro que abre con un párrafo en latín? - algún otro, más despierto, podría apuntar que esa diferencia de opinión en los referentes , reflejo de una supuesta barrera llamada “generación” que nos separa (después de todo Guambo abre hablando de un año en que a penas habia nacido “Verano del 99”). Quisiera contradecir al listillo que diría algo semejante: el libro me agrada precisamente por lo contrario.

5. ¿Quien puede pedirle hoy a un empleado que forme un sindicato o entre en huelga cuando el hecho mismo de tener un empleo es considerado un privilegio suficiente? ¿es justo acaso pedírselo a quienes mantienen a sus familias en ello? ¿arriesgar la vida cuando la brutalidad policíaca se demostró tan prevalente? El problema, entonces, no es solo que la llama se apague llegada la “nueva generación”, no es del todo que todos seamos completamente sumisos en nuestra alienación cibernetizante. Ni escuchamos a Dylan/tememos a la policia un poco más cada noche. Quiero empezar fijándome en el poema homónimo del libro (el segundo del conjunto) puesto que encuentro sintomático que aparezca tras un año de cansancio. Ecuador, Puerto Rico y, mas notoriamente, Chile expresaron su cansancio en las calles el año pasado. Nos deja con la pregunta, ¿ahora que? Hay un cansancio y un “saber” que las cosas no pueden seguir así, pero me temo que las protestas hayan terminado por ser vehículos catárticos que canalicen la ira en un par de momentos de brillantes que no duren ni concreten en un cambio verdadero. El texto de Guambo es una advertencia: en su nostalgia intenta predecir un futuro para evitar que este se vuelva realidad.

6. ¿Que significa esto para el poema? ¿Se trata de un escrito en la “urgencia”? El sambenito de lo urgente me molesta, no me lo creo. Por lo menos, una escritura participante de un espíritu de época - déjenme ponerme hegeliano -, cosa que ahuyenta esa noción de lo “generacional”. Hay una dimensión política inminente en la nostalgia de “Cuando fuimos punks” (hablo del poema, no del libro); sin embargo, hay, cosa más interesante, un correlato con el problema de lo trunco en la escritura. ¿Y ahora que? El poema que cierra el libro da una clave: se encuentra agotado y “envejecido”; intentando convencerse de que aún merece ser inmortal, que no ha pateado la ultima lata por la madrugada camino a casa, que aún hay calles por recorrer.

7. ¿Porque seguir? Guambo acaba casi diciendo “que alguien se apiade de nuestras almas” (parafraseo). Pero el punto es que siga, la existencia misma del libro sirve de testamento a ese seguir: a beautiful loser, a la worstwar ho que - como en la famosa cita - falla mejor.

8. Un libro del fracaso. Desde luego, para empezar de esa fusión de la calle y el lirismo a la que nos acostumbro cierto sector de la poesía setentera cuando quería evocar indignación. Fracaso de formas especificas como mecanismos de pensamiento en el poema. Y la nostalgia del libro no me parece una nostalgia por el regreso a esa propuesta formal, sino más bien que, a través de la nostalgia, prueban su inoperancia para pensar la encrucijada actual.

9. El punk del libro no es un punk domesticado, no es ese Billi Joe Armstrong que capitaliza sobre una estética que ya nada tiene que ver con él. Es un punk envejecido, amargado pero que insiste por terquedad: el resto de los poemas del libro nos presentan imágenes de lucidez, postales de momentos luminiscentes (una tarde de juegos en el barrio, unas cervezas compartidas con el padre en una playa, etc) que, de una forma similar a La vida despues de la supervida de Ana Carolina Zegarra, clausuran, componen la supervivencia de una subjetividad por sobre otra, que también fue nuestra pero ya no. Las cosas ya no se ven igual a la distancia.

10. Ana Carolina, en su libro, acaba sin acabar, en animación suspendida esperando que la vida se rebele. No puedo decir lo mismo de Guambo, tendría que reiterar la imagen del beautiful loser, de la terquedad de que el poema siga a pesar del cansancio. Al final, parece decirnos, es todo lo que podemos hacer, en el intento reiterado, la presentificación, sobreviven siempre los momentos utópicos, esos momentos que - en su violencia - componen este libro.





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